sábado, 28 de febrero de 2009

Así sigo

Parece que este invierno, un invierno de los de verdad, de los de antes, de esos precedidos por otoños frios y lluviosos, de esos en los que no ves el sol durante semanas, en los que una “ola de frio polar” tras otra hace que pasemos rápido por las calles, casi sin levantar la cabeza, ha hecho mella en mi.

Como ya comenté en otras entradas, necesito el sol para mi día a día, para mirar de frente, con alegría, a todo y a todos los que me rodean, para sonreír, para que las carcajadas me acompañen, como cuando eres niño y cualquier pequeña cosa te hacer reír libremente, sin complejos.

Parece que la semana pasada empezamos a despertar de este letargo invernal, que los primeros rayos de sol empiezan a entrar por mis ventanas, que empiezo a animarme, a tener ganas de hacer cosas y no parar, de comenzar nuevas actividades y de seguir con aquellas que había abandonado.

Se han quedado personas en el camino, compañeros de trabajo a los que el ERE “voluntario” de la empresa ha obligado a plantearse la desvinculación de la misma, pero sobre todo he perdido a la madre de una amiga y a una ex-compañera de trabajo:

SARA

Aunque la vida nos llevó por diferentes caminos, no dejé de acordarme de tus risas, de tu buen humor, de tu jovialidad, de tu pasotismo en la época de estrés. Cada vez que alguien, por lo que fuera, te recordaba, venían a mi cabeza toda esa felicidad que desprendías, todas las risas que tuvimos. Por eso tu marcha prematura me deja esa sensación de desasosiego, ese resquemor, esas ganas de gritar que la vida no es justa.
Si pienso en la felicidad, no dudes, allí donde estés, que tu imagen es una de las primeras que visualizo.

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