Hoy, 23 de abril, se celebra el Día Internacional del Libro, y como cada año, hasta donde alcanza mi memoria, no dejaré pasar la oportunidad de aumentar mi colección.
Primero fue acudiendo con mis padres a las casetas que se montaban en el Parque del Retiro con motivo de la Feria del Libro.
Cuando tuve edad suficiente, aunque seguía acudiendo con mis padres, exploraba por mi cuenta las diversas casetas hasta encontrar aquella en la que conseguir lo que me interesaba, para luego, a última hora volver a encontrarme con ellos.
Posteriormente, empezó a celebrarse la Feria del Libro Antiguo, y aunque mi economía de universitaria no era muy boyante, no dejé de pasearme entre hermosos y curiosos libros, llegando en alguna ocasión incluso a hacerme con alguno de principios del siglo pasado y de finales del anterior.
Cuando tuve economía para hacerlo, dejé de tener tiempo para acudir a las Ferias (o a lo mejor ganas), y empecé a regalarme algún libro con motivo de la conmemoración del fallecimiento de dos grandes de la literatura – nuestro Cervantes y el también admirado Shakespeare-, o lo que es lo mismo, el día que en este post celebro.
Ahora que soy madre, me gusta acercarme a alguna librería con mi familia y ser yo la que mientras comenta el por qué de esta celebración, pasa la tarde eligiendo libros para todos, curioseando, tocando, oliendo y leyendo pequeños fragmentos hasta decidir que es lo que nos vamos a llevar a casa.
Primero fue acudiendo con mis padres a las casetas que se montaban en el Parque del Retiro con motivo de la Feria del Libro.
Cuando tuve edad suficiente, aunque seguía acudiendo con mis padres, exploraba por mi cuenta las diversas casetas hasta encontrar aquella en la que conseguir lo que me interesaba, para luego, a última hora volver a encontrarme con ellos.
Posteriormente, empezó a celebrarse la Feria del Libro Antiguo, y aunque mi economía de universitaria no era muy boyante, no dejé de pasearme entre hermosos y curiosos libros, llegando en alguna ocasión incluso a hacerme con alguno de principios del siglo pasado y de finales del anterior.
Cuando tuve economía para hacerlo, dejé de tener tiempo para acudir a las Ferias (o a lo mejor ganas), y empecé a regalarme algún libro con motivo de la conmemoración del fallecimiento de dos grandes de la literatura – nuestro Cervantes y el también admirado Shakespeare-, o lo que es lo mismo, el día que en este post celebro.
Ahora que soy madre, me gusta acercarme a alguna librería con mi familia y ser yo la que mientras comenta el por qué de esta celebración, pasa la tarde eligiendo libros para todos, curioseando, tocando, oliendo y leyendo pequeños fragmentos hasta decidir que es lo que nos vamos a llevar a casa.
¡Qué disfrutes tanto como yo con la lectura!
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