La Navidad en casa empieza el puente de diciembre, los días 6 y el 8 son fiesta y casi todo el mundo el 7 lo toma de asueto. Y digo bien, casi todo el mundo, porque algunos pobres pringados como yo tienen que trabajar (aunque reconozco que no tardar una hora larga como de costumbre por los atascos lo hacen más llevadero).
Bueno, que me pierdo, ja,ja,ja.
Como ya he dicho la NUESTRA Navidad empieza el 6 de diciembre, aunque desde que diciembre llama a nuestra puerta se respira en el ambiente algo especial.
Hace ya algunos años que esos días nos visita la familia que vive fuera y aunque el espacio es el mismo, las personas se multiplican lo que convierte la casa por unos días en una casa de locos pero, ¡viva la locura! Rompemos nuestros horarios y nuestras rutinas, salimos, entramos, compartimos, comemos, regalamos y reímos, sobre todo reímos.
El mismo día 8, cuando volvemos a ser cuatro en casa, aprovechamos para decorar y darle también a nuestro hogar ese ambiente navideño del que nosotros ya estamos disfrutando. El momento álgido de ese día dedicado a la decoración se produce cuando montamos los dos árboles, (de pega, aunque no pierdo la esperanza de que alguna vez sea de verdad, de esos que impregnan la casa con su rico olor) porque la Navidad es de ellos, los más pequeños, pero también nuestra, así que el estudio recibe con los brazos abiertos su árbol, lleno de osos, bastones de caramelo, adornos de fieltro, estrellas, corazones … llenos de color. Ese en el que la estética no se ajusta a ninguna tendencia o fórmula maravillosa, pero que transmite alegría y felicidad por todas sus ramas. En el salón, doy rienda suelta a mi vena decorativa, esa que según mis hijos hace que “mi árbol” sea más aburrido. Al final del día, cuando fuera es de noche, iluminamos nuestros árboles y dejamos que la magia llene nuestro hogar hasta el primer fin de semana después de las fiestas.
Pasear por la ciudad, admirando las luces que iluminan las calles (aunque vuelvan a ser las mismas de los últimos años, por eso de la crisis); disfrutar de los amigos por eso de que es en estas fechas cuando aprovechamos para buscar un hueco en nuestras agendas y no dejar pasar otro año sin vernos; respirar amor por todos los poros de nuestra piel acompañados de la familia (la de sangre o la elegida, lo mismo da); saborear dulces que indiscutiblemente nuestra memoria asocia a esta época del año (ummm..., se me hace la boca agua sólo de pensar en los polvorones de almendras, los roscones de reyes rellenos de nata); encontrar el tiempo para disfrutar de sesiones de cine infantil, comiendo palomitas y aplaudiendo cuando la peli termina; esconder regalos, y envolverlos a altas horas de la madrugada, para que aquellos que todavía conservan la inocencia la mantengan al menos otro año más; aprender a cocinar un nuevo plato porque bajo ningún concepto quieres que cuando tus mayores vayan faltando la Navidad deje de ser como siempre la has conocido; ilusionarte viendo sus caras y comprender que a pesar de todo, la magia de estas fechas debes intentar mantenerla siempre.
Sssshhhhhh, por si este año tampoco habéis podido verlos, pero tenéis la certeza de que han estado en vuestra casa, os dejo esta primicia: