No se vosotros, pero yo sin SOL no puedo vivir. Ya lo he dicho en muchas ocasiones, incluso habré sido cansina, pero es que el sol me da media vida (y no digo “la vida” porque no quiero herir sensibilidades y porque realmente mi familia me da la otra media).
Es más, afirmo sin rubor, que no sólo no puedo vivir sin el sol, sino que no quiero vivir sin él. De hecho podría cantarle el estribillo de lo que no he dejado de canturrear este verano y que a pesar de su letra simple y su melodía sencilla me ha puesto de tan buen humor cada vez que lo he escuchado en la radio:
Es más, afirmo sin rubor, que no sólo no puedo vivir sin el sol, sino que no quiero vivir sin él. De hecho podría cantarle el estribillo de lo que no he dejado de canturrear este verano y que a pesar de su letra simple y su melodía sencilla me ha puesto de tan buen humor cada vez que lo he escuchado en la radio:
Así que con estos antecedentes podéis imaginaros lo que disfruté este mes el mural de LVM. He visto atardeceres impresionantes, amaneceres de ensueño, rayos de sol mágicos, gente feliz (o al menos eso me pareció). He comprendido que la felicidad muchas veces está en los pequeños detalles, esos que somos capaces de hacer perdurar, al menos en nuestra memoria, gracias a las fotos que tomamos.
Realmente me siento incapaz de decidir qué momentos al sol de los demás participantes mostraros. Han sido muchos los que me han emocionado, así que me aprovecho del criterio de Jackie y os invito a que comprobéis lo que os he contado pinchando sobre su nombre.