Te vistes o te desvistes. Te maquillas o te lavas la cara. Sonríes o besas. Adoptas una mirada seria o soñadora, según te cuadre. Cubres tu cabeza con sombreros y pañuelos. Te sueltas la melena o te la recoges. Miras de frente o muestras tu mejor perfil. Te descalzas y te pintas las uñas de color, o sumerges tus pies en el agua. Buscas tu reflejo en el espejo o en un cristal. Te tumbas o te sientas. Cruzas piernas y las descruzas. Saltas o permaneces quieta. Usas gafas o muestras tus ojos tal cual. Posas descarada o de forma recatada ……
Este mes me he redescubierto, he posado como no creía que sería capaz, he adoptado posturas imposibles. Pero sobre todo, HE REÍDO.
Este reto ha permitido que:
- haya pasado buenos ratos, cámara en mano;
- mis hijos vean con sus propios ojos que tienen una madre que se tira por el suelo, anda descalza por la calle, salta sin complejos, que puede ser más niña incluso que ellos;
- mi respectivo compruebe que la joven dicharachera, risueña y soñadora que le enamoró todavía sigue viva;
- me ría hasta de mi propia sombra (literal y literariamente hablando);
Pero, porque como en casi todo en esta vida hay un pero, también he comprobado que tomar fotografías de uno mismo puede resultar más difícil de lo que a priori pudiera parecer. Es por eso, por la vergüenza que me da mostrarme al mundo y por la carencia de trípode que ayude en la tarea por lo que no muestro mucho*.
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Las hay divertidas, sorprendentes, estudiadas, editadas, naturales, íntimas, pudorosas, desinhibidas, pero, sobre todo hay mucho de cada uno de los que han participado.
* Se han tomado cientos de fotografías, pero pocas han pasado la selección.